Y que me dicen "fachosa"...

UPDATE: Acaban de hablarme de CONAPRED para informarme que mis dos peticiones al establecimiento fueron atendidas (no sin antes tardar más de 8 meses en localizar a alguien de La Cantinita que se acedirara como responsable, porque al parecer nadie quería dar la cara y fue dificil comunicarse por teléfono porque lo cambiaban o no respondían o cosas por el estilo). Según me informaron, ya pusieron una placa en la entrada que dice que en ese establecimiento NO SE DISCRIMINA y que capacitaron a su gente respecto al problema de la discriminación y la mejora del servicio a cliente. Por un lado, me complace que CONAPRED haga su trabajo y de seguimiento a las quejas para lograr llegar a buenos términos. Pero por otro lado, me comenta que el lugar tiene también una queja por discriminación interpuesta después de la mía (¡que bueno que denunciarooooon!) pues al parecer las prácticas discriminatorias siguen siendo las mismas. Es una pena que la gente no tenga intenciones de entender y reflexionar sobre el daño que causan. Sé de buena fuente que, aunque de forma un poco menos obvia- siguen discriminando, con pretextos como que no hay mesa para grupos grandes (aunque sean solo 8 personas), que quieren cobrar $250 de consumo mínimo (eso te lo gastas en una buena cena en cualquier restaurante fancy)  y motivos por el estilo que son sólo una forma velada de discriminación. De cualquier forma, estoy satisfecha con haber denunciado, satisfecha con CONAPRED pero inconforme con el lugar que al parecer no toma en serio esta situación. 

Sigo creyendo firmemente en hacer uso de las instituciones para denunciar, para poner de manifiesto prácticas como esta que lastiman tanto a nuestra ciudad: sea un restaurante, un bar, un antro o bien una escuela, una institución de gobierno o un hospital, hay que seguir levantado la voz, hay que seguir denunciando a quienes discriminan.

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 (PUBLICADO ORIGINALMENTE EN ABRIL DE 2011)
... y como afortunadamente sé lo que significa esa palabra en esta parte del país, me di cuenta de que me estaban insultando -aunque me lo dijeran "con todo respeto"- y sobre todo, que me estaban discriminando. Y se pueden meter con mis ideas, con mis hábitos alimenticios, con mi forma de trabajar, con la forma en que hablo, con mis creencias religiosas, con mi carácter y temperamento, pueden criticar todo eso y más... ¿¡PERO CON MI FORMA DE VESTIR!? ¿¡CON MI APARIENCIA FÍSICA!? ¡ESO SÍ QUE NO! Tengo miles de argumentos para todo lo demás que no les guste de mí, pero cómo soy y cómo arropo mi humanidad... ahí sí se están metiendo con la persona equivocada.

Quienes me conocen en vivo y en directo, sabrán que no tengo un estilo definido en mi forma de vestir. Ni siquiera tengo un estilo. Y ese es mi estilo: non-style style.

Pero no voy a hablar de moda ni de la defensa al derecho de vestir converse y camiseta si se nos da la gana, el problema aquí es el acto de discriminación que se ejerce cuando, por vestir converse y camiseta, se te niega el acceso a un servicio, en este caso a un restaurante bar.

El miércoles de la semana pasada fui a un lugar de cuyo nombre sí puedo acordarme, se llama La Cantinita, iba a convivir y conbeber un rato para festejar el cumpleaños de una amiga. Ellos llegaron a las 8, y yo llegué elegantemente tarde a eso de las 9. El restaurante bar se encuentra en una plaza comercial, en una esquina del piso de arriba, y ocupan parte del pasillo de la plaza (no me voy a meter en cosas del uso de suelo, pero ahí también están cometiendo una que otra infracción... eso lo discutimos luego) para poner sus mesas al aire libre. Para acceder al lugar 8al espacio cerrado) hay que pasar primero por una especie de entrada improvisada al aire libre sobre el pasillo, en donde pusieron su atril con el libro de reservaciones, varias macetitas que te impiden el paso y dos enormes y elegantes guardias vestidos de negro que vigilan y resguardan la entrada, como Cancerbero.

Cuando llegué, le pregunté al joven encargado de las reservaciones por el nombre de mi amiga, y como si se los supiera de memoria y sin ver el libro, me dijo "No, no está", y le dije "Que raro... dijo que llagaba a las 8..." a lo que me contestó "Pues síguele marcando y que te conteste..." Y mientras me decía esto, le permitía la entrada a una morra que llegó igual que yo, buscando a sus amigos. Y ahí cuando pensé "Y por qué a ella sí la deja entrar y a mi me dice que me espere hasta que me conteste...mmmhhhh... weird..."

Seguí afuera (aunque afuera no es la palabra, porque el acceso es afuera... digamos que seguí afuera de su adentro que está afuera) esperando que me contestara mi amiga. Pasó un buen rato y nada... y los guardias nomás se me quedaban viendo. En eso, uno de ellos, que en lo subsecuente será llamado Guardia 1, se me acercó y me preguntó que si iba con un grupo a festejar algo, le dije que sí, que iba a festejar con mi amiga su cumpleaños, me dijo que si ellos habían llegado antes o si a mí se me había hecho tarde, y le dije que salí de la escuela y por eso llegué después, y ya entrados en confianza me quiso tomar del brazo y orillarme, me solté y le dije que no me tocara, pidió disculpas y me dijo que le daba mucha pena pero que le habían informado que no me podía dejar pasar. Y mi reacción inmediata fue "Saaaaay whaaaaat?" pero nomás para mis adentro, para mis afueras le pregunté que cuál era la razón, motivo o circunstancia de esa decisión y por quién había sido tomada. Me dijo que eso le habían dicho, que aunque no era un "lugar ni un antro exclusivo" (lo cual es cierto, no lo es pero ni de chiste) tenían ciertas condiciones sobre la vestimenta... y pues la mía le parecía a ese alguien que le había dado la indicación, que no era el tipo de vestimenta que quisieran para su restaurant bar. Me ví a mí misma, y vi a la mayoría de los que ya estaban adentro-afuera y noté que mi vestimenta no era muy diferente: jeans, blusa blanca holgada de tirantes, tenis tipo converse de color gris con morado. No iba maquillada porque nunca uso maquilaje (sólo para las pestañas), y mi cabellos estaba recogido en una coleta. Pues sí, no iba vestida para el baile anual del Club Rotario... de hecho no iba al baile anual del Club Rotario... nomás iba a un restaurante bar que se llama "La Cantinita" (o sea, una cantina pequeña... cantina... ¿sí saben, no? ¿cómo son las cantinas?) a tomar dos cervezas y comer totopos con guacamole. Pero a alguien, que nunca supe a quien, le parecía que mi ropita -o cómo me quedaba esa ropita- no era lo suficientemente nais como para poder entrar a su negocio a tomar cerveza y comer totopos.

Y sí, este es un hecho de DISCRIMINACIÓN, clara, total y absoluta. Me dio risa lo que me dijo el Guardia 1 y le pedí la información del lugar para poder poner mi queja, me dijo que la buscara en internet, luego le pedí su nombre y no me lo quiso dar, y por último le pedí hablar con el gerente y tuvo a bien hablarle al Guardia 2, afirmando que él era el gerente. estamos hablando de un hombre que podría describirse intimidante: como 2 metros de altura, complexión media, con cara de pocos amigos y con muy mala actitud. Me vio para abajo yy me preguntó cuál era el problema. Le dijo que no había problema, que quería hablar con el gerente. Me dijo que podía hablar con él, porque para eso estaba, esa era su chamba: que no se le molestara al gerente, y que si tenía que hablarle cada vez que hubiera un problema entonces no tendría caso que él trabajara ahí. Su lógica me pareció lógica, pero aún así sus argumentos son inválidos: cuando un cliente pide hablar con el gerente, tu responsabilidad es hablarle al gerente, y ya él decidirá si va o no va, si te corre o no te corre. El asunto es que me dijo en pocas palabras: lo que quieras con mi gerente, lo arreglas conmigo. Le pedí su nombre y se negó a dármelo, intentó tomarme del brazo nuevamente y alejarme de la entrada, para decirme que en buena onda eran órdenes que le habían dado, que a él le tocaba ser el malo de la película (casi lloro en esa parte, deveritas) y que le hiciera como quisiera pero que no me iba a dejar entrar ni a buscar a mi amiga ni mucho menos a quedarme. Y fue ahí donde me dijo que tenía que entender, que mi aspecto era -con todo respeto- muy fachoso y que no era el tipo de gente que querían dejar entrar a su negocio ¡Plop! Le dijo fachosos a mis pantalones DKNY, a mi blusita CK y a mis tenisitos Levi's. Pero como dijo él, no es cuestión de marcas o de lo que caro que sea mi ropa... el asunto es que estoy fachosa.

Me dio risa. Indignación. Lástima por él. Le dije que estaba bien, que no le estaba pidiendo pasar, que hace rato me había quedado claro y que no tenía ni intenciones ni ganas de hacerlo, que lo único que le estaba pidiendo era hablar con su gerente para poner una queja por discriminación. Me repitió la letanía anterior sobre su papel como guardia, y cuando me quise acercar a la entrada para pedirle a la hostess que le hablara a su gerente, me levantó la mano y la puso a la altura de mi cara. Y ahí fue donde me indigné: lo vi a los ojos y no sé que cara le habré puesto pero le dije con voz muy baja y lentamente que quitara su mano de enfrente y que no se le ocurriera volver a hacerlo, que era la tercera vez que intentaban tocarme y eso sí no se lo iba a permitir. Le dije que iba a poner la denuncia en la Profeco o la dependencia correspondiente, se burló de mi y me dijo: haz lo que quieras, aquí no vas a entrar. Y entonces le solté mi speech, que he decidido titular "Sobre la dignidad y el ejercicio laboral de los guardias de antros/bares/restaurantes" y que dice a grandes rasgos, lo indigno que es ganarse la vida discriminando al otro, que teniendo salud y las posibilidades de trabajar en algo que contribuyera al desarrollo de su país era una pena vivir discriminando, agrediendo y abusando de un poder que en verdad no posee, porque al final de cuentas su trabajo no le permitía usar el maravilloso don del pensamiento, el discernimiento y que su posición no era de guardia sino de un títere de alguien más que al parecer también carecía del criterio y sobre todo de la calidad moral suficiente para comprender la necesidad de incluir y no de excluir. Nomás se me quedó viendo, apretó los labios, se le pusieron los ojos rojos de coraje y me repitió: haz lo que quieras... de todas formas ya te lo dije, no vas a pasar.

Pffff... jamás le quedó claro que mi intención desde hacía un buen rato, no era pasar a su negocio, sino tratar de hacerlo pensar sobre su actitud y la de quien le ordenó impedirme el paso. Admito que, aunque no les levanté la vos y en general intenté mantenerme calmada, al final no pude evitar que ese lado oscuro emergiera y le hice un comentario muy humillante antes de irme. No, no lo escribiré, sé que es tramposo de mi parte, pero a quienes les he contado la historia les he dicho mis palabras... si quieren saber cuáles fueron mándenme correo y se las escribo, para que luego lo publiquen aquí como comentario jejejeje.

Me di la vuelta. Me fui intentando comunicarme con mi amiga (lo cual logré luego de una hora y eso porque le puse un mensaje a su prima en el muro de su facebook...). Le conté todo, ella salió a aclarar las cosas con los guardias y ellos le negaron todo lo ocurrido: "no sé de qué ni de quién me hablas.." y le volteaban la cara. El Guardia 2 le quiso evitar el paso y le puso la mano a la altura del pecho (a ella sí la tocó) y le dijo que no la iba a dejar pasar.... mmmmh... pero mi amiga ya estaba adentro... mmmh... anyhow. Ella habló con el gerente, el de a deveras, y aunque se mostró consternado y dispuesto a solucionar la situación le dijo a mi amiga que debía darle el voto de confianza a sus trabajadores y que si ellos decían que no había pasado nada, pues él debía creerles. Obvio, el cliente NO es primero. Eso sí, le dijo a mi amiga que vinieran por mí, que él la traía y que ahora sí me dejaba pasar... ¡ME DEJABA PASAR! Al parecer él tampoco entendía nada. Ella también le echó un discursos sobre la exclusión, el abuso de poder y lo innecesarias que son esas actitudes. Pidieron la cuenta no sin antes advertirle que había perdido al menos una docena de clientes que a su vez informarían a sus amigos para que dejaran de ir a ese lugar.

Yo llegué a mi casa, le conté a mis roomies y la respuesta de Paola, aparte de la indignación ante lo sucedido, fue: "uuuuy... no saben con quién se metieron". Y tiene razón, no lo saben, pero lo sabrán: en cuanto llegué puse una queja en línea en la página del CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación). Después escribí al correo de "La Cantinita" que aparece en su página de facebook y les narré lo sucedido. Les dije que interpondría una queja, les recomendé que tuvieran cuidado y les pasé el link de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación que en su Artículo 9 señala cuáles son las acciones discriminatorias. En mi caso, les señalé la negación de su servicio sin argumento alguno, pues para reservarse el derecho de admisión deberían tener a la vista del público y en sus medios de publicidad las características del dress code aceptado y no aceptado, cosa que no tienen. Además de eso, yo considero un insulto que juzguen mi ropa y apariencia, que -aunque sea con todo respeto- me digan fachosa y que hayan intentado intimidarme verbal y físicamente.

Ayer lunes recibí en la noche la respuesta del CONAPRED donde me pedían la ratificación del caso. Escribí hoy para ratificar y media hora después me hablaron por teléfono para corroborar la ratificación, ampliar la información y datos requeridos, y pedir mi pretensión con la denuncia. Fui muy clara: quiero que se capacite a sus empleados, que se sensibilicen sobre la cuestión de la discriminación y que se informen sobre la legislación al respecto. Con eso tengo. Mi queja se encuentra en el expediente CONAPRED/DGAQR/182/11/DQ/I/NL/Q119.

Si quieren poner una queja o reclamación por casos de discriminación hacia su persona, ya sea por un bar/antro/restaurant o por cualquier otro caso de servicios públicos o privados, les recomiendo que lo hagan, es un deber ciudadano ¡hay que usar a nuestras instituciones! Lo que deben hacer es:

- Entrar a la página del CONAPRED .Ir a la parte de Orientación, quejas y reclamaciones. Seleccionar la liga de Quejas y reclamaciones en línea. Y ahí proporcionar los datos y narrar lo sucedido.

- A mí me contestaron en 5 días (contando sábado y domingo), es decir, en 3 días hábiles. Me pidieron ratificar y me explicar el procedimiento. Les copio el contenido del correo:

"Le escribo para informarle que el correo electrónico que envió a este Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, en razón de los presuntos actos de discriminación de que fue víctima en el restaurante bar “La Cantinita”, ha sido radicado como queja bajo el número de expediente CONAPRED/DGAQR/182/11/DQ/I/NL/Q119. Al respecto, es necesario que ratifique su queja en el término de 5 días hábiles contados a partir del día siguiente del envío de este correo, ello de conformidad con los artículos 49 de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar Discriminación y 59 del Estatuto Orgánico de este Consejo."

- Me pidieron comunicarme para ratificar. Lo hice por correo y ellos me devolvieron la llamada en menos de media hora. Me dijeron que si estaba dispuesta a continuar con la queja y me dijeron que informarían al negocio sobre mi queja. En el correo me informaron también lo siguiente:

"Por último, le informo que de acuerdo con el artículo 53 del Estatuto Orgánico de este Consejo, todas las actuaciones de este Organismo son gratuitas; asimismo, de acuerdo con el contenido de los artículos 20 fracción X de la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y 11 del referido Estatuto, no es necesaria la asistencia de un abogado, ni profesional alguno, ya que una de las funciones de este Organismo es la tutela de los derechos de las personas objeto de discriminación, mediante asesoría y orientación, y entre los principios que lo rigen se encuentran la inmediatez, suplencia de la deficiencia de la queja y el contacto directo con las partes. Por otra parte, de acuerdo con el Programa Operativo para la Transparencia y el Combate a la Corrupción, puede denunciar cualquier acto de corrupción de los servidores públicos de este Organismo ante la Contraloría Interna. Por último, en cumplimiento de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, le informo que los datos que proporcione serán protegidos en términos de dicha Ley, en consecuencia, para ponerlos a disposición del público, cuando exista una solicitud de acceso a la información, se actuará en términos de lo previsto en la citada Ley y en el artículo 55 del Estatuto Orgánico de este Consejo; ello, sin menoscabo de que la información se hace pública cuando por cuestiones del procedimiento de queja, la conocen las partes involucradas".

Me parece que quejarme en el blog hubiera sido un bonito ejercicio de desahogo, que hubiera sido una divertida anécdota por la cual me harían burla (sí, nos hemos reído mucho de esto) y todo hubiera quedado en un buen consejo moral... pero decidí que no. Que si soy buena para quejarme, tenía que hacerlo de forma oficial, tenía que actuar y confiar en que hay gente que se preocupa por que estas -y otras cosas en verdad mucho más serias- dejen de pasar. Quiero que piensen que si a mí, en este caso tan superficial -sí, me parece superficial a mí misma- el CONAPRED me ha estado apoyando y haciendo su labor ¿qué pasaría si denunciáramos todo? Que nuestras quejas se escuchen, sostenernos en ellas. Por otro lado, es momento de regresar sobre nuestros pasos y preguntarnos si en nuestras acciones diarias no estaremos también discriminando al otro... si no estaremos en el papel de Guardia 1 y Guardia 2: rechazando, excluyendo, señalando. Ellos lo hacen porque es su chamba (ay sí ajá), pero nosotros no tenemos excusa para seguirlo haciendo. Tenemos los argumentos, tenemos los instrumentos, tenemos la voz. La denuncia y el respeto comienzan por aquí. No más abuso de poder. ¡FACHOSOS DEL MUNDO! ¡DENUNCIAD!