sábado, septiembre 06, 2014

Soliloquio 14.0

Si de algo me enorgullezco es de mi buena dentadura y de que mi cara no aparente los años que tiene. Y todo bien, pero luego, un día llega alguien a decirme que me veo ojerosa, que si no he dormido. Y me obsesiono con eso y me pongo a ver mis fotos de los últimos días, de los últimos meses, de los últimos años, y PUM, en todas tengo unas ojeras profundas y me parece que mi cara ya aparenta la edad que voy a cumplir. O más. Sí, la culpa no es mas que mía. Si mi madre no tiene arrugas a sus sesentayloquesea, es porque toooda la vida la he visto ponerse sus cremitas, su bloqueador, su sábila, sus valemadroles. Y entonces pienso: ¿por qué jodidos nunca le hice caso?

Así como dejo a medias todo lo que hago (aprender italiano, aprender frances, las clases de spinning, mi proyecto de un dibujo diario, la tesis de doctorado...) también dejo a medias las cremitas y mascarillas y bloqueadores y pendejaditas para cuidar mi piel, y aunque nunca me habia importado, como que todo eso llegó de pronto cuando escuché esas palabras: tienes ojeras. Y ojeras feas. La genética no lo es todo, mis dientes se estarían cayendo si no me los cepillara diario y usara hilo dental y fuera -muy a huevo- a la dentista cada que me acuerdo de ella o me obligan a ir. Y caí en cuenta de que las ojeras y arrugas van a llegar si no me empiezo a cuidar la piel, como debería haberlo hecho desde hace años.

En esas andaba, pensando en que no quiero tener ojeras. Por supuesto que ese día corrí a hacerme una mascarilla de avena con yogurt y una vaporización con manzanilla y un exfoliante con arcilla... pero como siempre, nomás fue ese día. Pasaron algunas semanas y me tocó hacerla de dama de compañía para ir de compras, justamente iba a acompañar a mi amiga a que se surtiera de cremas para la cara, tonicos y demás cosas carísimas de París, para las cuales tendría que vender un riñón si quisiera comprar. Y el riñón bueno, para acabarla. De suerte no había mucha gente y la señorita (diiigo, buena persona pero también sabía que se le iba a comprar harta cosa) accedió a hacer un facial gratuito no solo para mi amiga, tambien para mí. Y ahí me tienen, en medio de la tienda, en sábado por la mañana, frente a cualquiera que pasara, con mi macarilla de arcilla verde. Yo mejor cerré lo ojos porque ¡oooooso! que alguien conocido me viera. Por suerte esto no es San Luis... pero pues uno nunca sabe. La señorita me dijo: qué prefieres ¿solucionar primero las manchas, o el cutis graso? ¡WTF! ¡Pinche vieja, no tengo manchas! ¡Son pecas! ¿Por qué la gente se mete con mis pecas?... o a lo mejor sí son manchas y yo me ando haciendo el cuento de que son pecas para no sufrir. Pero bueno, como sólo habia una opción, la verdad me preocupaba más lo del cutis graso.

Vivo en la eterna creencia de que tengo acné, y me compro cosas para el acné imaginario y luego sí me salen granos por andar sobreestimulando las glandulas sebáceas (quioobo). Me puso mil cosas, me explicó que onda, me ardió la cara, casi lloro pero me aguanté. Me dejó toda roja y casi estuvo a punto de ir por te de manzanilla para quitarme la irritación. Cuando pensé que todo estaba perdido para mí, llegó con un producto nuevo (tambien carísimo de París) para LAS OJERAS. O sea, ¿qué no le estoy diciendo que no soon manchas? ¡son pecas... tengo pecas... en el parpado inferior! No pos sí, son ojeras e indicios de bolsas debajo de los ojos. Qué quiere que haga, me desvelo, duermo mal y me gusta la comida china. Póngame su producto milagro. La verdad se sentió suuuper rico, y el efecto placebo surtió efecto, yo me veía ya sin bolsas y sin ojeras y aparentando lo que pienso que aparento. Mi amiga salió de su limpieza también (a ella sí le tocó en una cabina privada, porque ella es la del dinero) y me dijo: ¡te ves muy bien!. Y claro que me veía muy bien, toda roja pero sin bolsas en los ojos.

Me convencí, esta iba a ser mi primera compra seria como señora treintona que necesita ocuparse de su piel y sobre todo, de sus ojeras. Me llevo el tónico mágico para la ojera y la bolsa del ojo, ¿cuánto es? ¡Ay, que bueno que te lo llevas! nomás son bsbssbspesos. Oki... no le escuché. Ah, son bsbsbstrescientos pesos. Ah, con madre, trescientos. No no, jaja, no, son MIL TRESCIENTOS PESOS... los pagas con crédito o tienes tarjeta con nosotros. Putamadre... cómo le digo que es la mitad de mi renta. Pero sobre todo, cómo me digo a mí misma, mañana por la mañana que esas ojeras se van a incrementar y que me van a salir mas bolsas y que la mascarilla de avena no puede hacerlo todo. Ni pedo, ahí le va la tarjeta y me lo pone a tres años sin intereses.

Muy amable me regaló mestras para complementar el producto, y me dijo cómo me lo tenía que poner, cada cuando, de qué forma y cómo dar el masajito correspondiente para desinflamar. Me dijo que de todas formas tengo que cuidarme mucho y dormirme temprano para que mis ojos se relajen chido y el producto haga su efecto. Yo ya iba con la moral en el piso, porque ninguna de sus recomendaciones pensaba seguirlas, y porque ya me estaba dando hueva pensar en el ritual de la crema. Y para acabarla de joder, nunca en la vida había comprado desmaquillante de ojos, siempre me he dormido con las plastas de rimel en las pestañas, y en más de una ocasión he intentado despertar y no puedo porque mis pestañas están pegadas y tengo que caminar a ciegas al baño, a echarme aunque sea jabón de manos para poder despegarlas. Ya me estaba arrepintiendo... pero... y mis ojeras... y mis bolsas... y mi juventuuuuud. Ya qué, a comprar un desmaquillante (ese sí de 60 pesos, porque ni que fuera millonaria).

Ya iba yo con mi bolsita cargada de muestras y de una crema que costaba lo mismo que el boleto del corona capital. Damn. Mil veces damn. Y en eso me dice la amable mujer, te voy a poner la muestra de esta cremita que te puse al final (para quitarte la pinche irritación que te causaron nuestras mascarillas), es para que te hidrates bien, porque acuerdate, es importante comenzar a hidratar bien el rostro para antes de los 30. Ay señorita... qué ganas de regresarle la crema, qué ganas de abrazarla y decirle gracias. Qué felicidad pensar que a pesar de mis ojeras, mis manchas y mis bolsas bajo los ojos, le parece que apenas voy para los 30. Pero ni pedo, como no hay devoluciones, ya me chingué. Ahora cada noche, antes de dormir, sea la hora que sea, tengo que ponerme mi crema carísima de Paría y me tardo como media hora en todo el ritual. Después de tres semanas me sigo viendo las mismas ojeras y las mismas bolsas bajo los ojos, pero al menos estoy disciplinándome en algo. Y prometo que esta crema no la voy a abandonar a medio camino. Posoigan... es media renta.

2 comentarios:

Alexander Strauffon dijo...

¡Hola! Me entretuve mucho leyendo tus entradas.

Citlalli dijo...

Hay! mil gracias por leer! Y sobre todo, que lindo que te hayas entretenido n_n