martes, febrero 19, 2013

¡Ya llegaron mis nuevas toallas sanitarias!

Prólogo
Y dirán ustedes "¡a mí que chingados me importan sus toallas sanitarias!", y pues sí, supongo que no es de su incumbencia. El asunto es que este ha sido uno de los días más felices de mi vida por todo lo que esas toallas sanitarias representan. Como saben soy alérgica a un mundo de cosas, entre ellas el material de la toallas, y cada mes mi vida es un martirio y pongo remal y quiero llorar y que todos se vayan al diablo (como cualquier mujer en esos días, pero en mi caso un poco más). El asunto es que no puedo usar otra cosa porque también soy alérgica, dice mi madre que cuando nací quisieron ponerme pañales desechables y me causaron una reacción alérgica y la pobre tuvo que ponerme de tela ¡de teeelaaa!. Y es por eso que aprendía  ir al baño antes de cumplir 1 año, alentada por mis padres que ya no querían pasar el día lavando pañales de tela. Neta, que joda.
Pues hoy llegaron mis nuevas toallas, se las recomendaron a mi mamá, son gringas y el kit trae suficientes paquetes como para sobrevivir unos 4 meses, cuesta un ojo de la cara pero se supone que no me van a hacer sufrir y voy a ser mejor persona. Y yo quiero ser mejor persona. El por qué me decidí a buscar opciones hasta ahora después de tantos años de sufrir es lo que nos lleva a este momento. Si no hubiera sido por lo ocurrido hace un mes (¡ya es un mes!) tal vez ahorita estaría en Monterrey, haciendo mi vida normal, y sufriendo como sufro mes con mes. Pero el hubiera no existe y es por eso que estoy en el cuarto de mi madre -desde hace un mes- sin poder salir ni hacer casi nada, y desde este lugar que espero dejar en máximo 15 días, les cuento el cuento.

1.
Ese domingo desayuné una torta de chilaquiles ¡buenísima!, nos llevaron ahí a la esquina de Alfonso Reyes y Tamaulipas para celebrar que estábamos juntos, que estábamos hambrientos, que estábamos de vacaciones y que andábamos de vagos en DF. Ese día en la mañana, mientras me bañaba había tenido una hemorragia horrible y no sabía de dónde venía la sangre... me asusté y me aguanté, y me fui a desayunar. La noche anterior me tocó ir con Christian al primer concierto de Metallica, no me pude parar casi nada porque moría de dolor, y cuando me paré ir al baño tocaron justo la que estaba esperando (pero ya sabemos que ese es mi karma, así que ya ni me pesa). Antes de eso anduvimos caminando por Madero, y antes de eso en Los Azulejos y en los churros de El Moro. Y antes de eso yo ya sentía que cada paso que daba era una tortura.
Tenía un absceso en la parte del glúteo, yo pensaba que era una irritación causada por las toallas sanitarias, que mes con mes me provocan cierta alergia (yo y mis alergias), así que estaba acostumbrada a sentir ese dolor y esa incomodidad. No saben cómo se formó el absceso, pudo estar desde antes, pudo salir por la misma rozadura, no lo sabremos y tampoco tiene caso que me quiebre la cabeza pensando en eso.
Tuve que viajar 5 horas para poder llegar a San Luis. Mi mamá ya sabía lo que había pasado y estaba lista para llevarme de la central al hospital. Fue muy rápido todo: llegamos, me revisó un doctor, dijo que había que drenar, trajeron al cirujano, empezó el procedimiento ahí en urgencias, dijo que el asunto era más grave y complicado, y una hora después de haber ingresado me informaron que una parte de mi nalga estaba necrosada (que ya era puro tejido muerto) y que para evitar que me invadiera el resto del músculo me iban a tener que quitar esa parte. En la mañana estaba desayunando torta de chilaquiles, y 12 horas después estaba en el quirófano, con medio cuerpo anestesiado, y con un cirujano quitándome una parte del cuerpo. De mí cuerpo.

2.
Estuve en el hospital desde el domingo en la noche hasta el martes al mediodía. Nunca había estado internada en un hospital y la única intervención que tuve en la vida fue cuando me hicieron la operación de los ojos para dejar de ser miope. Esa vez fui muy feliz... ya sé, nadie puede ser feliz en un hospital, pero yo sí, estaba rebonito, todo fancy, fue en Zapopan (en el Puerta de Hierro, gooeee) y mientras esperaba el turno nos sentaban en unos reposets, teníamos unas televisionsotas (que no sé para qué porque los ahí presentes teníamos la pupila dilatada y así no hay modo), las enfermeras buena ondi, todo bien bonito pero no fueron más de 2 horas. La verdad es que en esta ocasión no fue tan agradable: me canalizaron y me dolió mil porque no me hallaban la vena, me sacaron al menos 6 muestras de sangre que también me dolieron horrores porque tampoco me hallaban la vena en ningún brazo, me pusieron anestesia en la espina por medio de un cateter y me dolió tanto que lloré, y es que adivinen... sí, no me hallaban la vena. Lo bueno es que por ese cateter me ponían anestesia directa cada que me daban dolores, y por la canalización me ponían harto ketorolaco cada 8 horas, me doliera o no. Y si me conocen sabrán que eso es muy parecido a mi idea del paraíso: analgésicos y anestesia directa, ilimitada, directo a la vena.
La verdad es que estar en un hospital privado debe ser una cosa muy distinta de estar en un hospital público. Debo decir que nunca he ido ni al ISSSTE ni al IMSS, mas que de visita, y no puedo dejar de sentirme agradecida y afortunada de que mi madre haya querido -y podido- llevarme a un hospital privado. Cada 3 horas llegaban 2 o 3 enfermeras a tomarme la presión, el pulso, la temperatura, la glucosa, que si ya había hecho pipí, que si no quería hacer popó, que si cambiarme la gasa, que si la curación de la herida, que si ocupaba más almohadas. A veces nomás llegaban a preguntar qué onda, cómo iba y si no se ofrecía algo, "sí señorita, un sope de frijoles de los que venden acá atrás y un café del oxxo". Y es que mi cuarto tenía una ventana enorme que daba directamente al edificio de mi primaria, y al lado está una fondita que vende unos sopes de muerte... nomás se me antojaba pero pues ni como.

3.
El martes en la mañana me dieron de alta, después de desayunar me tenía que meter a bañar después de casi 3 días 3 de no tocar un jabón (aaaascoooo). Me quitaron la canalización y el cateter (adiós ketorolaco, adiós anestesia) y me ayudaron a llegar al baño. Me dijeron cómo tenía que limpiarme la herida, cómo secarme y cómo ponerme después las gasas con el bactericida. ¿Saben qué fue lo más difícil? Tener que tocar la herida... me dio un ataque de pánico, empecé a llorar y me hiperventilé, casi me caigo del mareo que me dio. Y es que no es fácil bañarte un día y sentir que tu nalga derecha está completa y tiene forma de nalga, y de pronto, 3 días después, pones la mano donde debería haber algo... y no, ya no hay nada, nomás un hueco que parece enorme, y sientes el músculo directo, sin piel, sin nada de nada. Yo calculaba que de largo tendría unos 20 cm, de ancho al menos unos 8 y de profundidad... no sé, mucho. No sé qué se sienta que te quiten una parte funcional del cuerpo, como un brazo o una mano o una pierna, pero debe ser algo muy duro, muy difícil de superar y sobre todo de entender. En mi caso fue una parte medio inútil -la parte baja e interna de la nalga- es decir, me ayuda al sentarme y todo eso, pero no es una parte que requiera para mis actividades diarias. Sin embargo, aunque entiendo perfectamente que el músculo se va a regenerar y aunque en estas 4 semanas he sentido cómo la herida se hace cada vez más pequeña e imperceptible, ha sido muy difícil saber que no estoy completa. Es una zona complicada, que si bien no se nota cuando estoy de pie o caminando, sí es un lugar que siento y que tengo que tocar constantemente, y de todo este proceso creo que esto es lo que más trabajo me ha costado porque al parecer es algo que no entiendes hasta que sucede. Decidí tomar medidas al respecto, y en cuanto vuelva a mi vida normal voy a llegar directo al departamento de orientación para hacer una cita con el psicólogo, porque en verdad, a menos que les haya sucedido, no tienen una idea del nivel en el que afecta una situación así. A esta fecha no me he atrevido a ver la herida, ni he dejado que  mi madre la vea, no quiero que pase por eso. Algún día. Por lo pronto, tomarlo con humor, no hay de otra, no me agüito.

4.
Dijeron que al menos 4 semanas. Esta semana es la 5a y ya voy mucho mucho mucho mejor, pero aún no ha terminado de cicatrizar la herida, ya se redujo como el 70%, mide menos de 5 cm , ya no está profundo, se siente mucho menos. Para que esto fuera posible han tenido que pasar 4 semanas de curaciones diarias y de muchos cuidados que me dan mucha flojera, pero que tengo que tener porque no quiero volver a pasar por lo mismo.

Epílogo
Ya es febrero, ya es 2013... me tomó demasiado tiempo decidirme a terminar este post. Tanto como me ha tomado tiempo acostumbrarme a vivir con una nalga medio deforme.
Sigo sin poder andar en bici, pero ya puedo hacer pilates. Y todo lo demás, nomás lo de la bici todavía no. Ya se me acabaron las toallas sanitarias mágicas, es momento de resurtir la despensa porque lo que menos quiero es pasar por esto de nuevo.
Ando feliz, de eso no tengan duda.

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