miércoles, julio 17, 2013

Lo que no tengo

Estoy sentada en mi sillón improvisado, viendo la tele que dejó Elena. Miércoles, 4:15 de la tarde y yo nomás me preocupo por que la lluvia no se meta por la ventana y de nuevo le caiga a mi café.
Bueno, no es que sólo eso me preocupe, en verdad -como he contado antes- vivo en una preocupación constante, pero en este caso es nomás que decidí que va una preocupación a la vez.

Tengo casi 32, se me acabó la beca y no terminé la tesis para doctorarme, no tengo trabajo estable,  tuve que pedirle dinero a mi madre para pagar la renta de este mes, no tengo novio ni nadie con intenciones de serlo, quiero vacaciones pero no tengo dinero, muchos de mis amigos más queridos ya no viven aquí, no puedo comprar ansiolíticos y me tengo que curar la ansiedad yo sola, tengo semanas de no salir de fiesta, los sábados me levanto a las 6 am, tengo meses sin comer en el Cabo Grill, no me alcanza para una pizza y me la tengo que hacer yo, ando buscando cupones y descuentos en todos lados. Y a pesar de todo eso: mi terapeuta me dio de alta.

Me dí cuenta de todo lo que no tengo. Pero también es cierto que tengo lo que necesito, y es por eso que no me preocupo. Tengo un trabajo muy importante y que requiere de mucha responsabilidad, es como freelance, pero no me importa, sé que les gustará mi trabajo y me querrán contratar por siempre. Gracias a mi otro trabajo (sí, tengo dos) que requiere de levantarme los sábados a las 6 am es que tengo tiempo en la semana para dedicarme a terminar mi tesis... o a hacerme wey (según sea el mood). Aunque extraño a mis amigos, en la ciudad siguen estando esos entrañables que no me dejan sola y que los sábados me llevan a misa, o que llegan los martes con 3 cervezas para ver dos capítulos de Top Gear, o los que me arrastran a sus compromisos y me dan la oportunidad de hacer voluntariado. Al menos tengo la certeza de que sé cocinar, y muy bien, y me puedo preparar unos tacos de pescado cuando se me antojen, o cupcakes, o pizza, o lo que se me ocurra. Sé que a pesar de los pesares y de los tropiezos que podamos tener en nuestra relación, mis papás están ahí y hacen lo posible para que yo esté bien y pueda seguir averiguando lo que quiero hacer de mi vida. Estoy entendiendo que el amor de mi vida va a ser aquel del que yo también sea el amor de su vida, y si aún no se hace presente es porque primer necesito sanar, recobrar mi dignidad y aprender a confiar de nuevo. Y qué bueno que llueve, porque de todas formas quedarme en casa tomando café es mi forma de curar mis ataques de ansiedad, y hoy no quería salir. La naturaleza me da pretextos.

A pesar de lo que no tengo, no puedo evitar voltear a la ventana y sonreír, y sentir que soy feliz. Y que pronto podré viajar, pedir pizza, visitar a los amigos, abrazar a mi familia, tener el mejor trabajo del mundo mundial, amar a alguien que también me ame. Pero eso será después, por ahora sólo me preocupa que mi café se salpique con agua de lluvia.

No hay comentarios.: