martes, marzo 18, 2014

19 de marzo

Hace cuatro años empezamos a tener miedo. Miedo en serio, del de a deveras. Ya habíamos empezado a tomar ciertas precauciones pero miedo, lo que se dice miedo, lo sentimos ese 19 de marzo de 2010. Incluso, ese día me regresé ya tarde de un lugar allá por el centro. mi papá y mi hermana estaban en Monterrey por cosas de trabajo y me tocó ir a visitarlos al hotel. Esa noche aún volví tranquila y confiada. Tuvieron que pasar 4 años para volver a tomar el valor de hacer muchas cosas y de visitar esos lugares.

Desde ese 19 de marzo a la fecha me tocó escuchar muchas balaceras, algunas lejanas, algunas a dos cuadras de mi casa. Pasar noches en la sala de tele, esperando con mis roomies a que dejara de escucharse la persecución. También escuché dos granadazos, a varios amigos les pasó que se encontraron en fuego cruzado en medio de la avenida, me tocó estar pegada a la tele por si en los noticieros salí información de los bloqueos que había en la ciudad. Me tocó mandar mensajes y hablarle a los amigos ya entrada la madrugada para saber de su paradero, para confirmar que estaban bien. Me tocó mentirle a mi papá muchas veces, para que no se preocupara. Me tocó ir a marchas. Me tocó llorar algunas veces. Muchos de mis lugares favoritos en la ciudad fueron cerrando. Hablo del Barrio Antiguo como si hubiera sido en otra época, como que todo eso fue hace tanto tiempo. Y no, han sido sólo 4 años.

La ciudad ha cambiado mucho desde ese entonces. Hace tanto que no me despiertan las ráfagas a media madrugada. Muchos lugares en el centro han empezado a reabrir. Ya no me siento tan insegura cuando vuelvo del Marco los lunes por la noche. Ya no le temo a los retenes de fuerza civil (un poquito a los de los militares, mucho a las antialcohólicas y sus multas). No digo que todo está bien, no digo que los problemas hayan terminado, sólo creo que estamos superando el miedo y la paranoia.

Me hubiera gustado que Jorge y Javier vieran esto, el Monterrey de ahorita. Que hubieran podido disfrutar de las bicis en el campus. Que fueran testigos de que el Café Iguana ya reabrió. Que hubieran comido chilaquiles en el aniversario del Tec. Me hubiera gustado que no sintieran miedo. Que cumplieran sus planes. Que el ejército no les hubiera disparado y golpeado hasta matarlos. Que no les quitaran sus credenciales y los hicieran pasar por sicarios. Que alguien diera la cara para ofrecer explicaciones. Que sus familias no sufrieran. Que no tuviéramos que recordar el 19 de marzo de 2010 como la fecha en que empezamos a tener miedo. Eso me hubiera gustado.

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